Ayer, miércoles 14 de Diciembre, mi niño dio sus primeros pasos. Curiosamente yo no estaba. Estaba disfrutando la tarde con sus abuelos. Y mirad que no me separo de él, pero el destino tiene eso, que es caprichoso y te da sorpresas como estas sin nuestra presencia. Lejos de entristecerme, ¡para nada! Nico estaba a puntito de echarse a andar, pero es cierto que el momento no hubiera llegado sino hubiese estado con su abuelo que hace algo que muchas veces nosotros pecamos de no hacer. Darle alas. Porque no tenemos que tener tanto miedo a las caídas. Habrán muchísimas más. Y más a partir de ahora. Lo importante es que siempre se levante. ¿De que sirve levantarse, venirse arriba, si nunca te has caído?
Pues eso mismo hizo ayer.
Mi hermana me mandó los primeros vídeos. Y sentí una inmensa alegría. Oscar me dijo, «da igual cariño, cuando vaya hacia a ti y lo veas andar, para ti será la primera vez». Y así fue. Al recogerlo, pude comprobar como con una profunda alegría en su rostro, en esos ojos iluminados, iba hacia mí. Contento de ver que podía. Que estaba «volando».
Y yo no podía verlo sino con ojos de mamá orgullosa.
Algo dentro de mi se removió. Y es que no sé que sucede con el momento de andar, que da una alegría a raudales y te llena todo el corazón de algo calentito, bonito. De Amor, pero de nostalgia también porque sabes que con estos pasos hacia delante, le dices adiós a una etapa tierna, aunque en muchos momentos, dura, que es la de tener a un bebé.
Hoy, mientras veíamos los dibujos juntos, acurrucados, acariciándonos las manos, de fondo el árbol de Navidad que encendemos incluso de día, hoy, sentía paz. Y mucho Amor. Su amor.
He cerrado los ojos y soñaba con que se parase el tiempo,
en ese instante.
Primeros pasos de Nico. Aquí yendo hacia mí.
Miércoles, 14 de Diciembre de 2016