Hacer fotos a mi hermana siempre es ir sumando. Ha sido fuente de inspiración en muchos momentos donde tenía imágenes en mente pero a nadie para hacer esa fotografía realidad. Y ella, desde mis inicios con la fotografía, ha sido mi modelo, en ocasiones, mi musa. Y me ha sacado de líos cuando necesitaba una modelo para hacer mis trabajos durante mis estudios. Todavía recuerdo, ahora con divertimento, una sesión de complementos donde tuve que arrodillarme para lograr que fuera mi modelo. Arrodillarme e invitarla a comer. Además de más de un disgusto por discutir con ella y no llegar a un entendimiento. Mucho estrés y alguna y que otra lágrima derramé…
Con el paso del tiempo ha aprendido a posar para mí mucho más natural de lo que lo hacía al principio. Siempre le decía: «Raquel, no, cambia esa cara, más natural». Ha sido un conocimiento mútuo pues yo he aprendido a buscar el mejor encuadre, conocer la mejor luz, a probar y experimentar.
Me gusta, en especial, lo mucho que transmiten sus ojos. Me recuerda a los de mi madre. Profundos y vivos, siempre llenos de vida. Yo, en cambio, poseo unos ojos pequeñitos y algunas veces tristones, dicen que los ojos, además de otras muchas cosas, son el espejo del alma. Y mis ojos, quién me conozca, a expresado en muchas ocasiones muchísima tristeza. Mi hermana tiene la virtud de poder sonreír y transmitir con la mirada. Y es algo fundamental para mí, mucho más que tener una cara bonita (que la tiene) o un cuerpo bonito también.
Aprovechando que tengo mi salón vacío, decidí hacer una mini sesión con ella. Algo sencillo, con ropa sencilla y sin un fin determinado. Y el resultado me gustó.
Qué paséis un feliz fin de semana!
I love these. She’s so beautiful!
Thank you!
A mi también me encantan estas fotos!