Paseo por Capdellà con mi querida Laika en 2010
Me costó mucho superar la marcha definitiva de Laika. A día de hoy no puedo evitar emocionarme al pensar o hablar de ella.
1 año después de su adiós, me animé a adoptar un animal. Pero sabía que la cicatriz de Laika pese a doler menos, estaba todavía demasiado blanda para meter en mi vida otro perro. Así que opté por tener una gatita. Nada fan de ellos, los consideraba especies frías, carentes de esa empatía que un perro te puede dar. Pero la vida, como en muchas otras cosas, me dió una bofetada enorme en toda la cara. Y ahora aprendí a que tampoco uno debe juzgar a los animales. A ellos menos que nunca. Son seres increiblemente mejores que nosotros los humanos. Jamás podremos superarlos en humildad, generosidad, amor.
Nuestra gata Mia estaba en un estado deplorable y ahora, a punto de cumplir sus 3 añitos y con una vida que muchos querrían, hace que mi vida tenga sentido. No me gusta comparar, puesto que Laika es y siempre será mi amiga del alma, sin embargo, no imagino mi vida sin Mia. Creo que Oscar tampoco. Ella ha logrado colorear de muchos matices nuestras vidas. Hace que un hogar se llame HOGAR en mayúsculas. Quizás sea porque desde pequeña en casa siempre hemos tenido animales. Perros, gatos, tortugas, conejos, pajaros. Y en mi familia, se nos ha dado mejor demostrar los sentimientos a los animales. Si, rara manía pero que le vamos a hacer, siempre hemos actuado así.
Cuando Oscar entró en mi vida, él que nunca había tenido un animal, me expresó su idea de querer tener uno cuando nos indepedizáramos. Quería vivir esa experiencia, según él, algo que todos deberíamos vivir. Y fue un increíble «padre» para Laika. Ella tenia auténtica adoración por él.
En la dura espera de quedarme embarazada, había días en las que me sentía perdida, me sentía sola, pese a tener a Oscar, a Mía, necesitaba algo más. Y durante esos momentos tan tristes, me pasaba horas delante del ordenador visitando perreras, páginas donde encontrar a un nuevo miembro de la familia. Porque siempre he tenido claro que me gusta el caos. Mi caos. Donde uno sabe perfectamente que hacer y como dirigirla, pero cada día es un nuevo día para aprender, caerse, levantarse, reir y disfrutar.
Cuando ya estaba más que animada apareció ese esperado positivo y mi vida cambió. Supongo que paulatinamente también mis necesidades. De cuidarme ya que no he pasado un buen comienzo de embarazo, me veía casi impedida para tener que encargarme de la educación de los primeros meses de un animal. Y lo dejé pasar. En esos momentos. Pero nunca de mi mente.
No entiendo a la gente que pone pegas de tener un animal embarazada. Me horroriza pensamientos así tan frívolos, o bien, que tengas pensado adoptar un animal una vez que el bebé nazca o bien esté a punto de cumplir un año. Detesto a las personas que creen que viven en un mundo perfecto donde la perfección reside en que cuando llegan a su hogar, las estancias están impolutas y nada de olor a perro, ni ladridos de felicidad a llegar a casa, por no decir, que madre mia, hay que sacarlo cada día a pasear. Dios, menudo sacrilegio! Me dan pena, en serio.
Oscar y yo tenemos bien claro que el siguiente paso cuando Nico ya esté instalado en nuestras vidas será la de tener a un perrito lo antes posible. Que crezca con él, que juege y también comparta la educación y paseos del animal. Está demostrado. Los niños en compañia de un animal se vuelven más asertivos, empáticos, aprenden valores como la responsabilidad, el amor incondicional, el tener un amigo que lo acompañará durante una etapa de su vida.
Sin esa niñez y adolescencia rodeada de animales, actualmente yo no tendría muchos de los valores que tengo. Te dota de una sensiblidad especial.
Y necesito ese caos, me muevo excelentemente dentro de ese caos. ¿Quiénes son los demás para juzgarlo? Me gusta respetar las opiniones de todos, igual que me gusta que respeten la mía, pero lo que detesto es que personas intenten marcar el camino de tu vida, como si ellos supieran que es lo mejor para los demás.
Hay infinidad maneras de vivir la vida de uno, infinidad de matices, tonalidades.
Y cuando llegue nuestro miembro de la familia tendremos lo que para mi es una familia perfecta dentro de sus inconmesurables imperfecciones.
Mi bello caos dentro de mi armonía.
Y ya verás cuando nazca Niko. Todo el mundo opina con libertad autoejercida y da consejos no esperados y críticas que ni se han pedido ni quieren ser escuchadas…simplemente, vive tu caos, a tu manera y alejate de aquellos que no sepan apreciarlo.
Que todo siga bien.
Te entiendo perfectamente y ya estoy disfrutando un caos así desde hace muchos años. Hay días agobiantes, pero en general me encanta mi vida y estoy muy feliz con mis hijas, mi marido, nuestros animales y por supuesto también con mis vecinos 🙂
Un abrazo X