los sábados por la mañana (aunque casi siempre suelen ser los domingos), y disfrutar del silencio enriquecedor de la mañana. Y zambullirme en la cocina y preparar un desayuno diferente para tomarlo en buena compañia en el sofá, con las ventanas abiertas. Y mientras, aquellos pájaros, no paran de deleitarnos con un maravilloso concierto. Es la naturaleza despertándose, en su máximo esplendor…
Y la puedo sentir plenamente.
Buenos días.