hace 3 años, en nuestra primera casa.
Últimamente ando muy nostálgica. Vengo así de fábrica, aunque es cierto que esta época me pone más ñoña de lo habitual. Y pese a recordar que nos mudamos de casa por haber encontrado casi la segunda casa perfecta, mucho más grande para ampliar la familia algún día, con mucha luz, situada en el pueblo donde nací y donde siempre soñé vivir cuando me independizara, libre de alergias y fontanería prácticamente nueva(oscar empezó a tener «dermografismo» a causa del agua tan dura que caía por tener las tuberías en mal estado), lo cierto es que todavía recuerdo esta primera casa. Era la primera. Nuestro primer hogar. Nos independizamos con una ilusión enorme, llevábamos en nuestros coches varias cajas con todas aquellas cosas que nos habían acompañado en nuestra habitación de adolescentes. Tantos recuerdos! y ahora no sólo íbamos a tener una habitación, sino también una cocina para nosotros, un salón, un baño… Y es normal y lógico tener ese recuerdo de añoranza. Y bueno, nuestra primera casa está llena de recuerdos de mi pequeña Laika. Me queda el consuelo de que ella también pudo, aunque por pocos meses, disfrutar de la actual.
No sé, muchas veces lo viejo, lo destartalado y lo que aparentemente nadie quiere, es lo que a mí más me gusta. Lo que llega a tocar el fondo de mi corazón.
Y siempre la recordaré.