Sucede a veces que caminas mucho tiempo con la idea soñada de encontrar un lugar maravilloso. Aquél que veíamos en las películas, en un libro, y que ahora, en este viaje, vamos a poder ver, tocar, pisar, sentir con todos los sentidos.
Y te desilusionas.
La vida es una continua desilusión. Y más si idealizas algo.
Nunca cumplirá tus expectativas.
Siempre te resultará mejorable, no se verá tan idílico.
Dirás : «bah, ¿es esto?, «¿para esto he venido?
Aunque si miras bien. Durante un rato, lo suficiente para descansar tu mente, relajar tu visión, verás que no todo era tan maravilloso pero si que es bonito.
Te darás cuenta de detalles que a primera vista habían pasado desapercibidos para ti y sin embargo siempre han permanecido allí: esa grieta en la pared de ese edificio tan emblemático, ese árbol con apenas cuatro hojas, pero qué hojas tan especiales,
esa mancha en ese suelo imperfecto.
Los detalles engrandecen al lugar.
Siempre.
No lo olvides.
Igual que las personas no se pueden juzgar por su exterior
sino por lo que son y lo que te remueven al estar con ellas.
Mira esos detalles, ahí está todo lo que hace que lo vieras bonito
aunque al principio no te dieras cuenta.
Solo hay que parar.
Y mirar con los ojos limpios,
inocentes como los de un niño.
Hola Lorena! Qué bonito el post, me ha gustado mucho y las fotos son preciosas!! Transmiten tanta paz..! Cuánta razón en tus palabras. Yo suelo repetirme casi a diario esta frase que leí en un libro hace tiempo: «cuando aprendamos a aceptar en vez de esperar nos llevaremos menos desilusiones»…qué cierto! Tendemos a idealizar todo a anticipar, en vez de vivir los «aquí » y «ahora» tal y como son . Muchas veces hay que pararse como tú dices y sobre todo «sentir» para poder ver muchas cosas que de otra manera se nos escapan y siempre han estado ahí…
Un besito!