Y proseguimos con nuestro viaje a Irlanda.
Día descubriendo Galway. Es una pequeña ciudad, muy pintoresca, juvenil y alegre. En cualquier rincón te encuentras con artistas tocando algún instrumento o cantando. Las terrazas, pese a ser Abril, están llenas de gente que conversa muy animadamente. Aprovechamos para hacer algunas compras, comer el típico Fish & chips o tomar una tarta sentado a los pies del Río Corrib y una estampa que quita el hipo.
No nos queremos despedir de Galway. ¡Qué bonito eres!
Después de pasar el día de ayer en Galway, hoy cogemos coche para recorrer parte de la isla de Connemara y acabar en Kylemore Abbey. A medida que nos vamos adentrando en la naturaleza, me invade un sentimiento de nostalgia. Echo de menos a nuestra perrita Laika. Intuyo que este año su corazón no aguantará más. Y no puedo evitar emocionarme. El interior me va a reventar de amor y tristeza a partes iguales. Creo que es este lugar. Este mágico lugar. Una parte de mí está sacando fuera todo lo que me ido guardando durante años.
En el coche, de vuelta a nuestro hotel, suena la arpista que me enamoró en los acantilados de Moher. Kilómetros de silencio. Asimilando todo lo vivido. Volvemos llenos de paz. Siendo un poco más nosotros mismos, en esencia.
Está siendo un viaje purificador en todos los sentidos.
Continuará…