Arrancando el Nuevo Año.
Si, lo sé. Algo tarde, pero los principios de año me entristecen tanto, que nunca sé cómo empezar con energía. No se trata de falta de proyectos, pero si de motivación. Es como si no me permitiera el lujo de expresar al exterior lo que tengo dentro de mí. Hay algo que me retiene. Y es mucho más fuerte que yo.
Al principio entraba en una guerra absurda con esa parte de mí, pero era peor. Muchísimo peor. Hasta que me di cuenta que se trata de algo temporal, un mes, ¿a lo sumo? Necesito recolocar esta cabecita con este cuerpo y mi alma. No es fácil, pero al final de manera natural sucede.
Como hoy.
Ayer estuve haciendo unos pequeños cambios en casa. Quién me conoce sabe que puedo organizarte un espacio de mil maneras diferentes. Siempre pienso que mientras no requiera un gasto, todo es posible y una se queda más contenta. Soy de las que necesita ver cambios a la par que mi interior va requiriendo ciertas transformaciones. Y mi hogar es uno de mis conejillos de indias. Y no sé que sucede que en cada cambio, una parte de mi se vuelve a ubicar. Y pienso que no sé por qué razón las cosas no habían estado en ese lugar. Es una terapia que en mi caso funciona al 100%.
Y algo se despertó en mi. Y me emocioné.
Ayer, aprovechando que tenia tiempo libre, me senté al ordenador a revisar desde 2007 cada una de las fotografías que tengo. Tomando notas, colocando en nuevas carpetas. Y pensé en la idea de montar una tienda. Ahí recordé que uno no tiene porque tirar la toalla. Si, ya he tenido en el pasado varias tiendas que empezaron bien pero que luego se desinflaron porque esa incapacidad por «venderme» hizo que al final decidiera cerrarlas. Pero, y sin resultar pedante, tengo cientos de fotos (mayoritariamente analógicas) de un sentimiento y belleza que al menos bien merecen tener su lugar. Al verlas, da igual el tiempo que haya pasado, se me estremece el cuerpo porque puedo recordar absolutamente todo. Uno de los motivos por los que amo la fotografía. Es un trabajo que requiere paciencia y magia a la vez. Y me dije: «Lorena, ¿vas a permitir tener escondidas estas fotos?» «tu problema es saber venderte, ¡¡empieza a trabajar eso ahora mismo!!. Incluso la palabra «venderse» no es tal cual. Solo tienes que contar tu historia. Y es real. No tienes que fingirla. Hazlo, pero hazlo ya».
Hay que intentarlo.
Así que me puse manos a la obra. A revisar cada una de esas fotos, a seleccionar. A imprimir y ver que son tan bonitas, que cualquiera podría tenerlas en casa decorando un espacio. (yo ya tengo mi colección de cucharas de madera decorando mi comedor).
Otra vez.
Si ya lo hiciste,
uno puede hacerlo otra vez.
Inténtalo de nuevo. Hazlo.
Al final acabarás encontrando algo de luz.
Intentarlo las veces que haga falta. Ir, volver, volverte a ir… las veces que haga falta. Al final la vida eso, ¡claro que sí! y TÚ VALES MUCHO o mejor dicho ERES MUCHO
Muchas gracias, María.
Lo haré 🙂