Parecía casi imposible pero ya estamos a finales del 2012. Cada vez que se acerca el mes de diciembre, me lamento de no haber aprovechado o disfrutado el resto del año. Y cada año que entra, cada vez más lo asimilo con algo más de angustia. No sé si es la edad, la poca inocencia que nos queda a medida que maduramos, pero afronto lo nuevo que entra con gran respeto. El tiempo pasa y con el las personas, el entorno. Solía pasarme últimamente con mi perrita Laika. Agradecía estar con ella y celebrar otro nuevo año con ella, pero al celebrarlo sabía que más corto se iban a hacer nuestras vivencias.
Por otro lado, todos esperamos este 2013 como un nuevo comienzo. No caer en los mismos errores, encontrar trabajo ( esto último parece más bien misión imposible), nuevos proyectos, nuevas perspectivas. Mejorar como persona.
Mejorar como persona…
mientras la mitad del mundo se muere por encontrar trabajo (entre ellas, yo misma), he de admitir que me quedo con ser mejor persona. Cada diciembre es como una oración, un mantra que se repite dentro de mi misma. Estos 5 últimos años he visto muy deteriorado mi interior. Como la flor que se seca por falta de riego y cuidado. Por lo menos quieres guardarla seca entre las páginas de algún libro, pero nada más cogerla se te rompe en mil pedacitos en los dedos.
Me he sentido así. Ausencia de esperanza, amargamiento (no sé bien si existe ese término) de carácter y un sentido del rídiculo y del no disfrute que ha llegado a alcanzar límites más bien preocupantes.
Entre una de esas promesas de este año se encuentra quererme más y confiar algo en mi misma. No excusarme ante los demás de cada paso que doy. Con los años te das cuenta de que no sirve de nada, nos juzgamos libremente aún sabiendo el por qué de la actuación del prójimo. Y tener la obligación interior de excusarme por cada cosa que hago, que no hago, que me apetece o no me apetece, durante estos años, ha llegado a convertirse en un infierno para mí.
Este mes de diciembre está siendo purificante para mi. Me he dado cuenta de como afrontar un nuevo futuro, de como desenvolver la venda con cuidado, aquella que me puse hace casi dos años cuando estaba empezando a sanar esa depresión. Creo que apenas quedan cicatrices, algunas, no muchas, para recordarme que debo evitar caer en el pozo oscuro en el que caí y en que debo mirar con algo más de esperanza este presente.
He retomado una amistad que dejé hace 10 años y ahora vuelve de un modo más maduro, fuerte y saludable a mi vida. Nuevos paseos al aire libre, en contacto con aquello que siempre me devuelve más revitalizada: la naturaleza. Lecturas que dejé hace 5 años sobre la mesilla de mi antigua habitación. Una fotografía más pausada y diferente.
Estoy aprendiendo a cocinar nuevas recetas, a disfrutar de los míos, vuelvo a sacar la cabeza para oler el maravilloso olor de leña y tierra mojada de mi pueblo. Disfrutar de todas aquellas cosas que me devuelven al origen de mi misma y me hace llevar una vida más acorde con mis ideas.
Vivir pausadamente, aunque algunos se empeñen en obligarte a correr una maratón de masas…
Inevitables esos balances de fin / pricipio de año, verdad?
: )
Esperemos que se cumplan al menos algunos de esos pronosticos que nos proponemos cada año.
Un beso.
gracias Antolin!
I always feel that December is a month to came back «Home», to all things dear to our heart. For me it has more to do with Christmas than with the New Year, but anyway I love to take some time to think and be grateful.