Son las 23:00 de la noche del día 5 de julio de 2012. Dentro de una hora abandono los 20, para pasar a ser una treinteañera.
No he hecho nada memorable más que pasar el día poniendo lavadoras, cocinar albóndigas y ensaladilla rusa para la cena de mañana y el de tomar un café-conversación con mi amiga Lena.
La casa está hecha un desastre. Huele a aceite, tengo bolsas por el suelo, cosas a medio acabar. Mi padre y mi madre junto a su inseparable Rocky han parado unos instantes para descansar de la caminata y beber agua antes de emprender el camino a casa.
Y bueno, mientras esperaba a oscar, me he dado cuenta de que el paso de dígito es una realidad y que, pese a jamás darle una importancia especial, lo cierto es que me siento como una niña mujer con complejo de peter pan. Me da miedo lo que vendrá, lo que supone ir hacia arriba.
Y es que en el fondo me sentía respaldada con mis veintitantos. Y quién no??
Sé que otros planes se acercan, planes donde abandonaré mi parte egoísta para centrarme en otras personas, como lo podría ser la llegada en un futuro próximo de un bebé o un trabajo estable y nuevos momentos que vivir. Cada año es igual, si, pero en mi mente ya caducan muchas cosas que hace años me propuse y ya tienen fecha de caducidad. Ahora toca reaccionar. Quizás por ello tengo pánico. Porque empieza otra etapa de mi vida.
En fin, acojonada o no, la realidad es que no he hecho nada especial como pudiera ser escribir en mi diario, pasar la tarde leyendo mi libro favorito… ahora mismo necesito una ducha y quitarme esta humedad en mi cuerpo mezclada de fritura y colonia de bebé.
Tengo, por otro lado, una serie de pensamientos en mi cabeza, que, si bien no he podido realizarlos o llevarlos a cabo en esta antigua etapa de los 20 han sido por circunstancias diversas. Pero no abandono el recuperarlos, retomarlos.
Necesito darle forma a este blog y ahora me siento con fuerzas para darle un giro y quizás abandonar este aire pesimista y grotesco que muchas veces ha llegado a alcanzar. Quiero recuperar a esa adolescente mujer, allá cuando tenía 20 años y sentía que tenía a mis pies todo un mundo de sensaciones que recorrer, que saborear y disfrutar.
No quiero que la edad mate las neuronas de la creatividad, que este mundo de prisas acelere aún más aquella velocidad interior que logró quebrantarme a mi, no quiero que esta desesperanza general mine mis pocas ansías por querer sentir curiosidad, volver a reaprender cosas banales tales como: pasear sin la compañía de ningún artilugio digital, montar en bicicleta, abrazar más veces al cabo, no de un día, sino de un año (no pido tanto), conocer a gente buena y humilde que los hay muchos por el mundo, sólo que tenemos nuestro visor tan lleno de etiquetas que nos es imposible encontrar un atisbo de pureza en las personas.
Hasta siempre a los 20.
Bienvenido a los 30!
pd: un pensamiento especial siempre para mi pequeña Laika. Ella está en mis pensamientos de pasado, presente y futuro.