Si quieres sonsacar una sonrisa a mi padre pregúntale cómo era su padre y dónde creció y pasó su niñez . Y es que cada vez que habla de mi abuelo parece que se le fuera la vida en ello. Siente auténtica adoración por él. Y segundo, te dirá que nació en el pueblo más bonito del universo: el Recuenco.
Desde pequeñita, cada año, hemos ido a pasar las navidades allí. Y no os voy a engañar, tiene algo mágico. No sólo su olor a chopos preciosos y plantas aromáticas de todo tipo, si no que sus casitas, su verde, la atmósfera. Una se siente dentro de un cuento dulce de Navidad.
La última vez que estuve allí fue en el 2002. Decidí viajar sola para ver a mi familia. Por circunstancias, tontas o no, lo cierto es que nadie de mi familia ha vuelto a ir, únicamente mi padre que se escapa cada año durante un mes para estar con sus hermanos, tomar aire fresco, volver a sus raíces.
Este año nos ha sorprendido a todos mis hermanos con un precioso libro del Recuenco, y entre sus páginas, un pedazo de la naturaleza de su pueblo.
Y huele tan bien…