Tengo muy buenos recuerdos de la Navidad, especialmente aquellos que pertenecen a mi niñez y adolescencia. Nos reuníamos toda la familia en casa de mi abuela, junto a la chimenea. Las comidas se dilataban tanto! Después del postre, jugábamos a las cartas, los más pequeños siempre preparaban/bamos shows de baile, magia. Incluso nuestro papá noel dejaba nuestros regalos en las tiendas de campaña que montábamos durante esas fiestas para dormir en más de una ocasión. Luego recuerdo el primer día del año nuevo. Los adultos se quedaban despiertos toda la noche hablando, jugando a cartas y sobre las 4 de la mañana, nuestras madres nos preparaban chocolate caliente y ensalmadas recién recogidas del horno que siempre abría. Inmediatamente después, los hombres de la casa se iban con la barca de mi tío a pescar. Creo recordar que fue un hábito que se hizo en pocas ocasiones, más que nada por el mareo que traían, especialmente mi padre quién lo llevaba bastante mal.
En mi familia somos muchísimos. Y claro, imaginaos nuestras navidades. Cada comida de Navidad o Nochevieja es lo mismo. Ruido y más ruido. No sé ni como podemos entablar conversaciones entre nosotros, pero lo logramos. Todo un mérito, si señor! En cambio las Nochebuenas… Esa es mi noche favorita. Reina la paz y todos disfrutamos por igual de cada bocado, la conversación, el postre.
Sin embargo, no todo es tan bonito. Al paso del tiempo, he podido sentir ese lado agobiante y estresante de estas fechas. Por unas cosas u otras, se espera hasta el final para hacer compras navideñas. Aparecen los nervios, agobios. Me estresa comprar en esta época. En mi familia también esperan al último día para decidir el menú. Y al final todo pasa factura. Llegan los días claves, no tengo ganas de ponerme nada especial y ni siquiera de salir. Es más, me apetece llegar pronto a casa para descansar. Eso si, mi 25 es otra historia. Ese día es mío, o por lo menos ya he decidido que sea así.
El día 25 me gusta madrugar y preparar en la cocina un suculento desayuno. Oscar se levanta, ponemos música navideña, encendemos las velas y disfrutamos de nuestro día de Navidad a nuestro modo. Tranquilamente. Luego abrimos nuestros regalos, hago fotos, decidimos ver una de esas películas antiguas que echan cada año y por la tarde, salimos a dar un paseo.
Así de simple. Supongo que cada persona vive la Navidad de una manera particular y especial. O quizás no la celebra.
A mi me invade el espíritu navideño los días previos a la nochebuena, esa misma noche y al día siguiente. Luego, para mi, el efecto de la Navidad se difumina… Dejando pasar a una Nochevieja que nunca disfruto y de unos Reyes que no celebro…
Y tú, cómo disfrutas la Navidad?
Es una buena forma de celebrar la Navidad.
Yo intento disfrutarla al máximo cada año. O al menos eso es lo que me propongo. Para el puente de diciembre, ponemos los adornos, el árbol y el belén. Es algo que hacemos en familia.
La Nochebuena y Navidad, son días tranquilas, porque nos quedamos en casa, y es que como bien me dijo en su día una persona, «tú familia son tus padres y tu hermana». Luego en Nochevieja y Año Nuevo, nos juntamos con mi abuela y algunos tíos.
Son fechas que me provocan diferentes sentimientos. Por una parte, me gusta la Navidad, por el tema de las luces, de la gente en la calle, aunque a veces me agobia, de la cara de felicidad de los más pequeños, de las reuniones, etc. Pero por otra parte son fechas tan señaladas, con ausencias y también en algunos casos, llenas de hipocresía, que desde hace unos años, no las disfruto como me gustaría, aunque me proponga todo lo contrario.
Un beso.