Desayunando café y tostadas con mantequilla y mermelada casera de higos en una fría mañana de invierno.
Detalle curioso. Algunas fotos de este carrete me salieron parcialmente veladas. Todavía no entiendo el por qué. Aún así, ofrece a la imagen un toque mágico.
Ver crecer a mi enredadera… Y todavía hoy la tengo.
Nunca olvidaré esa mirada.
Fotografías realizadas en la vieja casa y a los alrededores de ella en Enero de 2011
Olvidar mi 2011 es imposible. Fue un año bueno en cuanto a cerrar etapas se refiere, uno de los más triste también, de cambios, mudanzas, 30 cumpleaños de Oscar, viaje a Irlanda, comienzo de unos estudios y perdida de Laika.
El 2011 huele y siempre me olerá a Laika. La mejor amiga que nunca tendré. Cómo se puede querer tanto a un animal? Ella cambió mi mundo a los 13 años. Y permaneció conmigo hasta mis 29. Siempre fiel, cariñosa, atenta, mimosa. Era tan lista, claro que el dueño de cada animal diría lo mismo, pero ella tenía algo que no he conseguido ver en otros animales. Supongo que en la vida de una persona siempre hay una persona, animal, que marca o se convierte en alguien fundamental, algo así como tu sello de identidad. Y ya, aunque pasen otros y los quieras con locura, nunca llegarán a esa parte profunda y casi virgen de tu corazón.
Este año es importante para mí y estoy segura de que me acompañará. Siempre lo hace. Muchas veces noto su presencia alrededor de mis piernas cuando me paso sentada durante horas frente al ordenador editando.
Hablar de 2011 es hablar de ella. Siempre.
Lo demás carece de sentido.
“En algún lugar bajo la lluvia, siempre habrá un perro abandonado que me impedirá ser feliz.”
Jean Anouilh (dramaturgo francés)