que se convierten en rutina cuando menos lo esperas.
1- Poder tomar de vez en cuando fotos con mi analógica. Sobretodo estos autorretratos. Es el único modo de poder ver que sigo ahí, al pie del cañón.
2- Degustar los higos de la higuera de mi familia con una rodaja de pan tostado, requesón fresco e higo. Aderezado con un chorrito de sirope de agave.
3- Ver a mi gatita Mia y lo preciosa que está cuando duerme. Me parece tan graciosa, tan dulce…
4- Cafés a media tarde con la compañía de Oscar, Mia, y de fondo, algo de música (últimamente es casi toda clásica).
5- El silencio en casa algunas tardes de fin de semana. Ese silencio, junto con el sonido de los pájaros revoloteando por los alrededores. Relaja y hace perder la noción del tiempo.