Apenas me quedan 15 días para abandonar los no horarios, las no rutinas, y enfrascarme de lleno en unas prácticas que espero me reporten cosas buenas, además de ese ansiado trabajo que ando buscando hace años.
Mejor no pienso. He decidido no hacerlo por mi bien mental.
Voy pasando estos bochornosos días de Agosto de la mejor manera posible. Se me hace algo más fácil con la presencia de Mia. Suple el hueco de Oscar pero los fines de semana estamos tan compenetrados que parecemos una auténtica familia.
Y la calor, la soledad, se olvidan rápidamente cuando paso momentos tan gratificantes.
Estaba reflexionando sobre este verano, lo que estoy o no estoy haciendo. Mejor lo que NO estoy haciendo.
Tengo y he tenido días enteros para mi pero no me siento inspirada, ni para terminar el libro de Laika, ni el de Finlandia, ni para terminar las 10 fotos que me faltan tomar para gastar el carrete que tengo metido en mi Minolta desde él último día en Helsinki. Lo peor de todo: no tengo intención de hacerlo.
En verano estoy muy apática, creo que tendré que esperar la llegada de las prácticas, los horarios, el estar realmente cansada por una razón de peso, para volver a despertar en mí la creatividad que dormita siempre en esta época del año.
Pero no paro de darle vueltas. Hacia dónde se dirige mi fotografía?
Si tuviera que elegir una temática concreta para quedarme con ella y fotografiar durante el resto de mi vida sería sin duda todo lo relacionado con la gastronomía, la vida interior de una cocina, la preparación, la mesa, el momento de empezar a comer, la decoración.
Me fascina, no puedo evitarlo. Será porque algo que me obsesiona es la cocina. Me he dado cuenta de que los mejores momentos que he pasado ha sido alrededor de una mesa, dentro de una cocina, en la terraza de un restaurante, tomando un té con leche en alguna cafetería de la sierra. Es un ritual para mi, algo así como un momento místico.
Pero el haber fotografiado otras cosas ha hecho que haya dejado a un lado el aprender a cocinar fotográficamente hablando. Al final, mis platos, aunque muchas veces deliciosos, son más platos del día a día, sin ningún tipo de belleza. Y quizás me ha faltado eso, desaparecer durante un tiempo para aprender del tema, perfeccionar ciertas recetas y la manera de captar esos momentos.
Los libros de recetas que todos estos años he ido recopilando, comprando, ocupan una parte bastante notable de mi estantería. Ahora necesito centrarme en ellos, aprender nuevas técnicas, probar otros sabores.
Intentar aunar esos distintos elementos que tanto me gustan y llenan mi vida. Lograr equilibrarlos.
Y luego ser capaz de poder mostrarlos.
Es bueno saber hacia dónde va uno, aunque luego siempre haya variaciones de rumbo sobre la marcha.
: )